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Magia de Mentira

El día que me caí por un agujero en forma de rombo rectángulo

La semana pasada me caí por un agujero en forma de rombo rectángulo. La última persona a la que se lo conté soltó una carcajada.

-¿En forma de rombo, dices? Sería un agujero en forma de cuadrado.-Bueno, todo depende del punto de vista- contesté. Si todo el mundo pensara como tú, Lucía, los rombos rectángulos solo existirían en el plano abstracto. El caso es que ayer, inmediatamente después de que te fueras, caí por un agujero en forma de rombo rectángulo que estaba en el centro de mi habitación.

Ella se rió otra vez. Si hubiera estado en mi lugar no le habría encontrado ninguna gracia. Caer en picado es una sensación que nubla tus sentidos durante los primeros minutos. Lo curioso es que no conozco a ninguna otra persona que haya caído durante más de unos minutos.

Tras el vértigo inicial me atreví a abrir los ojos, pero no sirvió de nada, ya que la tenue luz de la lamparilla de mi cuarto se había quedado muchos kilómetros atrás. Lo único que podía sentir en la oscuridad era la caída constante.

Tras una media hora empecé a notar la fricción del aire quemándome la cara y los brazos. Seguía estando asustado, pero comenzaba a nacer en mí cierta curiosidad. Intenté respirar con normalidad y ajustar mi visión a lo que me rodeaba, pero solo fui capaz de captar un torbellino difuso. Cuando estiré la mano para tocar una pared casi pude oír cómo se rasgaba mi piel.

Las nauseas iniciales fueron dejando lentamente paso a la resignación. Seguía cayendo, pero no podía controlar mi movimiento. A todos los efectos era un vegetal. Lucía encontraba este pensamiento bastante interesante.

-Y sin embargo te movías a una velocidad increíble, según me cuentas.-Así es.-Te movías a una velocidad que los humanos solo pueden soñar y te sentías inmóvil.-Supongo que esto también tiene que ver con el punto de vista, Lucía.

Cuando llegué a ese punto de la historia ya no se reía. Sus ojos azules claros revelaban un creciente temor. Había dejado de verle la gracia a la situación, al ardor que recorría mi cuerpo, al vértigo constante. Llegué a sentirme desconcertado. No sabía si caía, volaba, buceaba, avanzaba o retrocedía.

-Todo depende del punto de vista- apuntó ella.

Tras unas horas empecé a pensar que podría estar cayendo durante toda la eternidad. Que quizás esta era mi idea retorcida del infierno, o la idea retorcida del cielo de algún dios. Por otra parte, la extrema situación me permitió asimilar esta idea con relativa facilidad, y pronto empecé a notar hambre y a pensar si alguna vez volvería a ver a la gente a la que quería.

En ese momento del relato Lucía apartó su mirada.

Calculo que pasarían unas diez horas del comienzo de mi caída cuando me sorprendí a mí mismo entonando una cancioncilla que había oído en la radio la noche anterior. Me reí. Estaba tatareando un estribillo tonto, como un oficinista que va en el metro. Supongo que era una manera de relativizar un sinsentido completo que podía acabar con mi salud mental, como los asesinos que se lavan las manos de forma compulsiva o los dementes que intentan expulsar sus demonios a base de cabezazos constantes en los cristales.

Quizás si que era posible acostumbrarse a algo así. De alguna manera, la ingravidez es algo muy hermoso y muy especial una vez que pierdes el miedo a estrellarte contra algo. Y en realidad esto no es algo muy difícil, pues realmente no tememos la caída - aquí le cogí la mano a Lucía-, sino el golpe.

Lucía volvió a apartar la mirada. Tenía los ojos húmedos.

Tras un par de horas más de caída me entró un ataque de pánico. La idea de caer eternamente desmontaba con todos mis esquemas mentales. Empecé a llorar, pero no como lloran los rostros cortados a la perfección de las películas de Hollywood, sino como un niño, pataleando, jadeando, gritando, maldiciendo, golpeándome, escupiendo, desencajando literalmente mis facciones. Después de tanto esfuerzo me sentí agotado. Ya no notaba la caída, solo dolor. Dolor de impotencia y de rabia. Mis lágrimas quedaron atrás.

-¿Puedes creer que me quedé dormido?- le pregunté a Lucía. Sin embargo, ella me había dado la espalda y parecía mirar por la ventana. Su pelo rubio reflejaba el sol de la tarde. Tras un par de minutos se dirigió a mí con voz temblorosa.-¿Qué pasó entonces?

La llamada, claro. La llamada había sido la luz al final del vertiginoso túnel. Dejé de caer. Abrí los ojos y volvía a estar en la cama. Habían pasado veinticuatro horas, pero oír su voz por el móvil me había bastado para sacarme del estupor, recordar la discusión que había tenido con ella y la estupidez que había cometido después. En la alfombra estaban todavía las pastillas con forma de rombo rectángulo metidas en la bolsa abierta con forma de rombo rectángulo.

-Esa fue mi caída. Mi aventura. Ahora ya sabes lo que siento.- Hablar me estaba resultando bastante más difícil que caer.- Estar sin ti es una caída sin guía, sin fondo, sin asideros, solo un túnel oscuro e infinito. Y tengo miedo de volver a caer en él. Estoy seguro de que la próxima vez no me hará falta ninguna droga.Lucía se dio la vuelta como una exhalación y me besó. Yo todavía estaba débil, y su impulso me tiró de espaldas en la cama. Podía notar sus lágrimas corriendo por mis mejillas.-¿Significa eso que tu también me quieres?- pregunté.-¿Existen los rombos rectángulos?- me dijo riendo. 

 

FIN

Futurismo

Aún recuerdo el día que estudiamos las vanguardias literarias en el colegio de monjas. Después de estudiar autores clásicos del siglos de oro y generaciones con nombres de números, por fin íbamos a ver a verdaderos pensadores que rompían con todos los esquemas establecidos.

Cuando llegó el Futurismo, la monja no se extendió demasiado. De hecho, se limitó a leer la cita que traía el libro de texto.

 "(...)un rugiente automóvil, que parece correr sobre la metralla, es más hermoso que la victoria de Samotracia."

Qué decepción. Parecía algo rompedor e interesante, y sin embargo era el movimiento sobre el que menos hablaba el libro de texto.

Años después descubrí el motivo.

Primer Manifiesto Futurista 1909

"1. Nosotros queremos cantar el amor al Peligro el hábito, de la energía y de la temeridad

2. El valor, la audacia, la rebelión serán elementos esenciales de nuestra poesía.

3. Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.

4. Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad.. Un automóvil de carreras con su capó adornado de gruesos tubos semejantes a serpientes de aliento explosivo..., un automóvil rugiente parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia.

5. Nosotros queremos cantar al hombre que sujeta el volante, cuya asta ideal atraviesa la Tierra, ella también’ lanzada a la carrera en el circuito de su órbita.

6. Es necesario que el poeta se prodigue con ardor, con lujo y con magnificencia para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.

7 Ya no hay belleza si no es en la lucha. Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una obra de arte. La poesía debe concebirse como un violento asalto contra otra las fuerzas desconocidas, para obligarlas a arrodillarse ante el hombre.

8. ¡Nos hallamos sobre el último promontorio de los siglos!... ¿Por qué deberíamos mirar a nuestras espaldas, si queremos echar abajo las misteriosas puertas de lo Imposible? El Tiempo y el Espacio murieron Ayer. Nosotros ya vivimos en lo absoluto, pues hemos creado ya la eterna velocidad omnipresente.

9. Nosotros queremos glorificar la guerra —única higiene del mundo—, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor dé los libertarios, las hermosas ideas por las que se muere y el desprecio por la mujer.

10. Nosotros queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y toda cobardía oportunista o utilitaria.

11. Nosotros cantaremos a las grandes muchedumbres agitadas por el trabajo, por el placer o la revuelta; cantaremos las marchas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos el vibrante fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; las estaciones glotonas, devoradoras de serpientes humeantes; las fábricas colgadas de las nubes por los retorcidos hilos de sus humos; los puentes semejantes a gimnastas gigantes que saltan los ríos, relampagueantes al sol ton un brillo de cuchillos; los vapores aventureros que olfatean el horizonte, las locomotoras de ancho pecho que piafan en los raíles como enormes caballos de acero embridados con tubos, y el vuelo deslizante del aeroplanos, cuya hélice ondea al viento corno una bandera y parece aplaudir como una muchedumbre entusiasta"

(Extraido de http://ar.geocities.com/vanguardiasliterarias/manifiestofuturista.htm)
En Wikipedia encontramos la siguiente información sobre Marinetti, el creador del manifiesto: "Llegó a ser miembro de la Academia de Italia, fundada por los fascistas. y se convirtió en el poeta oficial del régimen de Mussolini(...)"
La verdad, cuando estudie las vanguardias, el libro de texto me presentó a los futuristas como unos amantes del frenesí y las emociones fuertes, no como unos genocidas falócratas.

Leyendas urbanas

-El pelo no crece más fuerte ni más oscuro cuando se corta. Tampoco sigue creciendo después de morir (ni las uñas).

-No hay que esperar un tiempo después de comer para meterse al agua.

-Las plantas no roban oxígeno.

-La Gran Muralla China no es la única estructura construida por el ser humano que se puede ver desde el espacio (de hecho no se ve demasiado...)

-No nos tragamos una media de ocho arañas al año.

-Los hombres no piensan en sexo cada 7 segundos.

-El efecto Coriolis no hace que el agua del retrete gire en un sentido en un hemisferio y en el sentido contrario en otro.

-No está demostrado que para sonreír se utilicen menos músculos que para fruncir el ceño.

-Y por última vez... NO USAMOS SÓLO EL DIEZ POR CIENTO DEL CEREBRO, ni el diez por ciento de nuestra capacidad cerebral, ni nada similar. En serio. Es hora de asumirlo.

Hechizos

Creo que ya va siendo hora.

No es un secreto el hecho de que me gusten los juegos. Son algo divertido y me ayudan a abstraerme. Me gusta que sean de temática fantástica. Me gusta que me permitan planificar una estrategia. Me gusta que sean simples pero que tengan profundidad, que me permitan tener un estilo propio. Me gusta poder medirme con otras personas, no con una penosa inteligencia artificial.

Me gusta Spellbinder. Y me gusta especialmente su encarnación en aplicación por explorador, Warlocks.

Spellbinder se concibió originalmente como un juego de papel y lápiz en el que los dos jugadores interpretaban a dos magos que se enfrentaban entre sí utilizando poderosos hechizos, que se crean haciendo diferentes gestos consecutivos con las manos. Los jugadores anotan qué gestos quiere que haga su mago en el turno (P, W, F, C, S, D, >, -), y estos gestos se muestran a la vez. Sólo se necesita papel, lapiz y un oponente. Nada más.

Al principio jugar puede parecer algo complicado, pero tras un par de duelos se coge el tranquillo. Es muy, muy divertido. El problema es que las reglas están en inglés.

A no ser...

Hace unas semanas me puse en contacto con Richard Bartle, el creador del juego, y le pedí permiso para realizar la traducción de las reglas al español con el firme propósito de evangelizarlo. Por otra parte, la tarea me vino de perlas para aprender a manejar un programa que necesito para mi trabajo habitual.

Así que en esta página se puede encontrar la traducción del juego. Ya no hay excusas para no darle una oportunidad a este excepcional juego. Bájate las reglas. Échales un vistazo. Si te gustan, únete a Warlocks de manera gratuita. Mi nombre allí es Dummiesday, y es muy raro que algún día no juegue unos cuantos turnos.

En serio. Pruébalo, es genial.

Torrente de consciencia

A veces los árboles no te dejan ver el bosque, y puede que sea eso lo que ha hecho que tarde tanto tiempo en darme cuenta del papel que ocupas en mi cabeza, y sin embargo la sensación siempre ha estado ahí, como un esquimal provisto de guantes, estufa y una vela en un rincón del enorme, enorme iglú, frío y solitario, como si los iglús pudieran tener rincones; y me da pena pensar en ello, porque si alguna vez tuviera que compartir mi espacio vital grande y frío y sin esquinas con una persona, sería sin lugar a dudas una persona como tú, que no sólo me toleras, sino que me aceptas, aceptas todo lo que soy, todo, lo bueno, lo malo, lo peor y lo peor de lo peor, y aún así no siento que sea por lástima, ni compasión, ni aburrimiento; es como un abrazo inmaterial, mutuo y permanente. Este sentimiento a veces sale a la superficie de manera explícita como la punta de un gigantesco iceberg, como durante los besos, sobre todo durante los besos, pero también en los abrazos y en esas miradas que si tuvieran boca sonreirían como tú, con expresión sincera y entregada, como si en el momento de sonreír no existiera el mundo, sólo la sonrisa, y cuando los músculos se relajen ya veremos. Lo cierto es que me da pena pensar que estás tan lejos, y que por lo tanto no puedo sentir la punta del iceberg mirándote o besándote, pero también es verdad que bastantes problemas tienes ya, y yo, y, la verdad, no sé si sería capaz de enfrentarme a una relación como la que me gustaría tener con una persona como tú, con sonrisas por las mañanas, muebles de Ikea y discusiones lineares que sólo pueden llevar a disculpas y reconciliaciones, y así año tras año, metidos de lleno en una profunda piscina llena de felicidad, estable pero con olas, ahogándonos en la agradable rutina y saliendo a bailar o a hacer el imbécil de vez en cuando. Por otra parte, me da la impresión de que las diferencias entre nosotros, que es inevitable que a veces se hagan patentes, serían un colchón perfecto a la hora de respetar nuestros propios espacios, tanto el de esa persona sin nombre que espero que se parezca a ti como el mío propio. Por eso no quiero que pienses que estoy obsesionado, ni enamorado, me parece que tendrán que inventar una palabra nueva, porque de alguna manera este sentimiento tampoco es amistad, ni deseo, ni lujuria, ni cariño, pero por ahí anda según el momento, incluido de manera invisible en el campo semántico, esperando a que alguien diga “esto se llama así” para poder ponerse el nombre en un post-it amarillo pegado en el pecho y mostrarse orgulloso a sus congéneres. Y mientras tanto sigo echándolo de menos y rascándome la barbilla pensativo, dándote las gracias, haciéndote reverencias, maldiciendo tu recuerdo y pidiéndote perdón, según el minuto del día o de la noche.

Mi media vida a medias

En mi media vida a medias

Soy mi propio mediador.

En mi media vida a medias

Soy un triste espectador.

En mi media vida a medias

Soy adjunto a lo que sea,

Una ficha, cualquier cualquiera,

Un vicenada, sólo un peón.

Y después de media noche

De mediocre sexo a medias

Me he dormido con el miedo

De morderte al despertar;

Me dio miedo el medio miedo

De volver a no soñar.

Guía básica del consumidor

Guía básica del consumidor

¡Hola, niños!

Hoy vamos a ver unos consejos muy breves sobre la compra de aparatos multimedia. De hecho, sólo vamos a ver un consejo, pero creedme, ¡os vendrá muy bien para el futuro!

El consejo de hoy es:

¡No compreis ordenadores en Beep!

Ha sido facil, ¿verdad? Pues con este sencillo consejito ya nos hemos ahorrado unos mil euretes, que podremos proceder a gastarnos en cosas que realmente merezcan la pena, como unas cuantas noches de juerga, un alargamiento de pene o subvencionar nuestra candidatura a presidentes.

Flashback:

Hace unos diez meses vendí mi ordenador portatil y me compré un ordenador en Beep con la esperanza de poder disfrutar de un equipo potente con el que poder trabajar, navegar, y, por qué no, jugar.

Durante los primeros meses fue bastante bien. La verdad es que fue muy bien, las cosas como son. Sin embargo, allá por marzo o abril, el ventilador empezó a sonar como si la batcomputadora de Bruce Wayne se follara al motor principal del Apolo XIII. Dado que no podía ni siquiera dormir mientras estaba encendido y que temía que algún día acabara explotando o, quién sabe, pegándome una manita de leches, lo llevé a la tienda, donde tras uno o dos días le cambiaron el ventilador. Volví a casa, lo volví a colocar en su sitio , y ejecuté un juego tan poderoso e insaciable como es el Diablo II (¡el detector de sarcasmos va a explotar!). A los cinco minutos el ordenador se renició, así, de manera gratuita, sin dar explicaciones ni despedirse de los pocos seres amados con los que cuenta un gris equipo de sobremesa.

Este comportamiento continuó durante un par de semanas: cada vez que ejecutaba alguna aplicación que tirara de gráfica más de lo normal, como juegos o aplicaciones de streaming de videos, el ordenador se asustaba de quiénsabequé y se pegaba un tiro virtual en toda la jeta. A veces, incluso, se volvía a reiniciar una segunda vez ANTES de conseguir volver a entrar a windows. Aprendí a odiar el pitidito que hacía, que siempre me dejaba a mitad de un dungeon.

Cuando tuve un tiempo lo volví a llevar. Nos situamos ya en mayo/junio. Me dijeron que lo mirarían. Tras uno o dos días me dijeron que le habían hecho toda clase de pruebas (de hecho, me dejaron instalado algún programilla que hacía un diagnóstico al PC y medía la temperatura y otras características) y que el ordenador estaba sanísimo. Al llegar a casa, lo volví a instalar, jugué durante diez minutos al Unreal Tournament 2003 y se volvió a petar.

-Maldición- me dije.

Y efectivamente, parecía en realidad que estaba maldito. En cuanto saqué tiempo lo volví a llevar y a los dos días me dijeron exactamente lo mismo que la vez anterior. Por supuesto, cuando llegué a casa ejecuté aplicaciones que forzaban un poco la tarjeta gráfica, con las mismas hilarantes consecuencias. ¿La solución que me proponían? Seguramente sería algún periférico (!), muy posiblemente el monitor (!!!), algo que hacía algún mal contacto y que hacía que se calentara. Hawhawhaw. Que tenía que coger el ordenador con todos los periféricos, meterlos en mi minúsculo coche con mi hercúlea y nunca bien ponderada fuerza sobrehumana y llevárselo todo para que lo miraran. O que me pusiera yo a hacer pruebas. Ya sabéis, conectando y desconectando periféricos. Hawhawhawhaw. O que quizás fuera el emplazamiento de mi ordenador (¿se supone que me tengo que cambiar de habitación después de haber tenido otros dos ordenadores aquí?)

Junio/julio. Llamé a Beep y les rogué que por favor mandaran a alguien para que vieran ellos mismos cómo se reiniciaba el ordenador para ver si podían determinar la causa mediante empirismo puro o que por lo menos trajeran una furgoneta para poder meter todo. Tras pelearme con ellos por teléfono, accedieron a mandar a un chico si yo accedía a pagar la salida del taller, que eran unos 20 euretes más IVA. Aunque puta la gracia que me hacía pagar algo por un equipo que debería funcionar bien, me tuve que conformar.

El chico que vino era de la otra tienda de Beep que hay en León. A los cinco minutos de poner el UT2003, el ordenador no pudo aguantar la presión y se vino abajo. El amable chico confirmó que la gráfica estaba soportando una temperatura extrema y sólo se llevó la caja.

Durante todo este proceso yo estaba capeando como podía el trabajo, por supuesto.

Uno o dos días después, lo que "no era nada" se convirtió en un cambio de tarjeta gráfica, fuente de alimentación y placa base. Vaya. Igual no era mi habitación.  Al día siguiente pasé a recogerlo. Les dije que no quería recompensar su negligencia y no me cobraron los veinte euros. Al llegar a casa me aguantó unos quince o veinte minutos jugando al UT2003 antes de petar.

Pleno julio. Tras tirar unos días con el ordenador reiniciándose (menos constantemente que las veces anteriores, eso sí), un buen día se volvió loco. Se reinició y se volvió a reiniciar. Y otra vez. No podía ni entrar a la BIOS, no hablemos ya de Windows. Los amables señores de Beep me dijero que lo siguiente era mandar la máquina al centro técnico en Reus, y que tardaría un par de semanas. Yo opino que en Lourdes sería más facil que se arreglara, pero bueno, en realidad no tenía opción.

El lunes lo llevé a la tienda junto con el monitor por si me decían al cabo de dos semanas que todo era culpa de un periférico (el monitor es lo único que tengo conectado ultimamente. Además del teclado y el ratón, pero, maldita sea, si me dicen que es de eso me orino copiosamente).

Hoy me ha llegado un encargo muy, muy importante. Aquí estoy, escribiendo esto en el portátil de mi hermana, privado de mis 3.20 Ghz de potencia, de mi mediocre ATI Radeon 9550 con la que antaño me tiraba el World of Warcraft y de mi memoria de 1Gb, trabajando en un ordenador al que en una carrera por el pasillo le adelantaría la tostadora de Cosas de Casa con un microprocesador de Spectrum acoplado. Sin mis juegos, sin mi velocidad, sin mis favoritos, sin mi navegador Maxthon. No quiero ponerme a instalar cosas en un ordenador que no es mío. Tampoco tiene potencia para instalar la mitad de las cosas que me gustaría instalar. Y, qué coño, yo compré un ordenador hace diez meses por mil euros que me dolieron como mil agujas.

Así que ya sabeis, niños: ¡tratad siempre con profesionales!

Ordenador

Estimados y escasos lectores:

Hace algún tiempo, mi ordenador empezó a sonar como un mosquito del pleistoceno. Me cambiaron el ventilador y afortunadamente dejó de hacer ruido. No obstante, el remedio fue peor que la enfermedad, y empezó a reiniciarse cuando le salía de entre las patas, hablando en román paladino. Lo he llevado a arreglar varias veces y nunca han encontrado nada.

Hoy viene un técnico a mirarlo y a llevárselo con monitor y todo, por si es un periférico lo que le hace fallar. Por lo tanto, me temo que el fin de semana estaré desconectado. Un saludo para todos.

Zombies!

Zombies!

Existe un género en el cine de horror que destaca entre los demás por una serie de características: El cine de zombies.

Los zombies no son inteligentes. Tampoco son especialmente rápidos. De hecho, individualmente son adversarios muy poco temibles. Posiblemente la única ventaja que posean sea la numérica. Sin embargo, todas las películas del género se apoyan en la misma base; los zombies no son peligrosos por sí mismos, pero lo realmente importante es que capitalizan los errores de los humanos. Desde este punto de vista, es uno de los pocos géneros de cine que conservan una moraleja (el hombre es un zombie para el hombre). Los protagonistas siempre consiguen una seguridad relativa para después dejarse llevar por un conflicto interpersonal.

Por otra parte, existe otro hecho notable. Los zombies son muchos y se mueven de manera arbitraria, excepto cuando detectan comida. Los zombies son el prototipo de masa. En muchas películas se hacen referencias directas a este comportamiento, reflejo del conocido efecto masa que sufren las personas a menudo. Por poner un ejemplo, los zombies deambulan hacia un enorme centro comercial en Dawn of The Dead:

"[Fran and Stephen are observing from the roof of the mall]
Francine Parker: What are they doing? Why do they come here?
Stephen: Some kind of instinct. Memory, of what they used to do. This was an important place in their lives."

Otra característica que parece afianzar la teoría de esta alegoría es el hecho de que los personajes se encierren invariablemente en un recinto, intentando no sucumbir a la "contaminación" de la masa, ya que lo más escalofriante del tema zombies es que una vez contaminado el sujeto se convierte en uno de ellos. Por este motivo un tema recurrente en el género es el sacrificio que tiene que hacer una persona eliminando a un ser querido antes de que se convierta en algo corrupto. También existe una versión extrema de esto: el personaje debe eliminarse a sí mismo con un tiro en la cabeza para no renacer como un zombie cuando no queda escapatoria posible y sólo le quede sucumbir al ataque de la horda. Por eso es un clásico dejar siempre una bala en la recámara en situaciones de conflicto con zombies.

El género de zombies es una muestra de un leitmotif que casi podríamos de eterno; refleja el miedo del individuo a la masa, a enfrentarse con el mundo, la necesidad de buscar un refugio donde sentirse seguro, la inseguridad del aislamiento precario (qué estará pasando ahí fuera? por qué no emiten nada las emisoras de televisión?), la desconfianza hacia los semejantes (los malos nunca son los zombies, sino otros seres humanos) y, en definitiva, el horror hacia lo desconocido.

Aquí dejo un par de enlaces interesantes. En primer lugar, la filmografía de George A. Romero, la eminencia del género. En segundo lugar, un experimento en Java de un visionario: Simulador de infestación de zombies.

Spiderman 3

Apunte rápido: Trailer oficial de Spiderman 3.

Super Héroes de cine

Super Héroes de cine

El otro día se me ocurrió que los que hemos sido coleccionistas de comics alguna vez estamos viviendo una edad de oro. Gracias al boom de los últimos diez años, hay un montón de películas basadas en comics de super héroes rodadas o planeadas. Quizás se te ha escapado alguna. Hagamos un recuento:

- Spiderman

- Spiderman II

- Spiderman III

- X-men

- X-men II

- X-men III

- Batman Begins

- Daredevil

- Elektra

- Catwoman

- Superman Returns

- V de Vendetta

- Sin City

- Constantine (Hellblazer)

- The Hulk

- Lobezno (anunciada)

- Ghost Rider

- Punisher

- Blade

- Blade II

- Blade: Trinity

- Los cuatro fantásticos

- Hellboy

 

Y seguro que me dejo alguna en el tintero...

Yo, personalmente, estoy encantado. Cuando voy al cine es para ver, como mínimo, dragones. Además, los avances en la tecnología posibilitan efectos especiales cada vez mejores. Las películas más cerebrales prefiero disfrutarlas en casa.

Motos

Odio dormir la siesta. Esta vez sólo quería tirarme unos minutos en la cama para pasar la tarde y he dormido dos horas. Por supuesto, he soñado.

Encontraba una moto azul enorme abandonada. No llevaba ningún distintivo, pero yo sabía que era una moto de policía. Me decía a mi mismo, qué coño, y me la llevaba a a pasear. Mis nervios se ponían a cien cuando pasaba cerca de algún policía y ni me miraba(maldito seas, coche de policía que me estuvo siguiendo esta mañana durante diez minutos). Se quedó en mi cochera un par de noches. Después tuve que pensar en ocultarla en otro sitio. Encontré una cochera privada, donde guardé tanto mi coche como la moto azul enorme debajo de un plástico blanco. De repente, el dueño de las cocheras venía y tuve que sacar la moto. Pero claro, no podía sacar ambas cosas. Me empezaba a poner nervioso. Mi primo, que pasaba por allí por algún motivo (y al parecer me lo encontraba unos minutos antes en un escenario completamente diferente), que en la vida real (real?) es fisioterapeuta, me preguntó si había algún cuerpo. Una vaga sospecha empezaba a crecer dentro de mí. Un brazo se escurrió de debajo del plástico blanco. Por supuesto, me puse histérico. Mi primo me preguntó con toda la naturalidad del mundo si tenía pulso, y empezó a tomárselo. Me dijo que mirara por debajo del plástico y que le dijera si estaba masticando algo. Esto me produjo pánico, pues lo que hubiera ahí debajo podría morderme (maldito seas, Resident Evil 4). Miré, y ahí estaba una especie de anciana raquítica, minúscula, envuelta en un pañal y con la cara deforme, mirándome y haciendo grandes aspavientos con la cabeza como para decirme que sí, que estaba viva, y masticando, y lo que quisiera, pero que la sacara de ahí.

Y yo paseaba en brazos por la cochera privada al ser en pañales venido a menos, llorando, gritando que lo sentía, que lo sentía, que lo sentía.

Música a la carta

Música. A todo el mundo le gusta. Es una manera como cualquier otra de transmitir cultura.

Hace unos años la gente no compraba discos porque estaban "muy caros". Incluso llegué a escuchar razonamientos basados en el hecho de que un CD virgen constaba muchísimo menos y que por lo tanto era prácticamente una ignominia pagar una cantidad superior a 5 euros. Aparentemente, los músicos, técnicos de sonido, estudios de grabación, responsables del maquetamiento, artistas del folleto interior, managers y demás no comen. Bueno, qué coño, quién necesita excusas: la realidad es que si un indiviudo puede elegir entre conseguir un disco gratis sin moverse de casa o conseguir un disco pagando con el inconveniente añadido de tener que trasladarse a un centro especializado la elección será bastante fácil. No hay de qué avergonzarse: es un proceso racional completamente lógico. La ética es otro problema diferente.

Otro argumento interesante es que descargar música por internet es una manera muy efectiva de conocer nuevos grupos. Esto razonamiento es completamente irreporochable. Sin embargo, parece que no hay mucha gente que busque soluciones alternativas legales o, por qué no, más efectivas.

Bienvenidos al Proyecto Pandora. La premisa es sencilla: el usuario introduce el nombre de una canción o artista que le guste y la página selecciona, basándose en cientos de datos musicales, otras canciones similares. Por otra parte, se el usuario puede introducir más variables manualmente o descartar canciones que no concuerden con sus gustos.

De momento, y en teoría, sólo es legal para los usuarios norteamericanos, pues los encargados tienen que lidiar con las reyes de copyright de cada país. Por ese motivo piden el código postal. Se ruega creatividad. Una serie de ceros suele aceptarse como código zip en muchos sitios web.

El nombre

I 

Después de pasar varios años casado con ella, después de ver juntos amaneceres y películas de sobremesa, después de compartir con ella sus esperanzas, después de ver cómo su negocio crecía de manera paralela a su amor, e incluso después de haber tenido con ella un hijo y una hija, de diez y doce años, de aspecto saludable y bastante inteligentes para su edad, que de hecho estaban también sentados a la mesa en ese momento, el hombre del bigote de color cobrizo se dio cuenta de que no conocía el nombre de su mujer, que partía un trozo de pan mientras hablaba animadamente con nadie en particular, suponiendo que su familia la escuchaba. La mujer anónima contaba cómo le había ido el día en la peluquería haciendo marcados aspavientos mientras blandía el tenedor. Se quejaba de los clientes y del dinero, y su marido, el hombre delgado del bigote cobrizo se preguntó cuánto se quejaría si descubriera que no sabía cómo se llamaba. Empezó a ponerse nervioso.

-Pues no te lo vas a creer, pero de repente entró por la puerta, no te lo vas a creer, ¡Laura!, y me dijo, no te lo vas a creer, hemos estado de vacaciones en Egipto y hemos vuelto ayer, a ver cuándo os pasáis tu marido y tú a ver las fotos, Luxor está precioso en esta época del año.

Mientras revolvía, avergonzado, la comida de su plato, pensó que si ni siquiera conocía el nombre de su pareja quizás todos estos años no valían nada. Curiosamente, conocía su color favorito, su comida favorita, su libro favorito, el día de su cumpleaños y su talla de zapatos, pero no sabía cómo se llamaba. Empezó a pensar en momentos clave de su relación para asegurarse de que ella nunca le había dicho su nombre.

Se habían conocido muchos años antes en la parada del autobús. No se habían presentado; simplemente habían empezado a hablar acerca del tiempo, posiblemente porque eran las dos únicas personas que se encontraban en ese momento en ese lugar. A pesar de su relación liberal, lamentó por primera vez no haberse casado. Por lo menos podría visualizar al cura preguntándole si quería contraer matrimonio con equis, y equis en su recuerdo sería el nombre de la mujer que agitaba las espinacas en el aire mientras hablaba de un montón de personas que tenían un montón de nombres.

-Laura y Santiago, según parece, estuvieron el otro día con Alfredo, ¿te acuerdas de Alfredo?, y estuvieron hablando de Gloria, que, no te lo vas a creer, al final se metió en la empresa esa con Pedro y parece que no les va mal. Ismael, acábate las verduras.

El hombre del bigote sabía que no podía mantener esa situación durante mucho tiempo, y decidió concentrarse en resolverla.

-Marta- aventuró, mirando al plato.

-¿Qué?- respondió su hija, alzando la cara del puré.

Mierda, pensó. Había pensado que le podían haber puesto ese nombre a la niña por su madre, y de hecho casi había esperado que le contestaran dos voces femeninas. Al parecer el asunto no iba a ser tan fácil.

Más momentos. Necesitaba recordar más momentos en los que hubiera podido decirle su nombre. Poco a poco fue confirmando su sospecha de que el problema no era que no lo recordara, sino que no lo conocía. Estaba acostumbrado a llamarla "cariño" o "cielo". Cuando hablaba de ella con sus amigos, siempre se refería a ella por el apelativo de “mi pareja”, o incluso, hacía años, por el de “mi novia”. Ahora que lo pensaba, nunca había visto su carné de identidad. Además, ella ni siquiera poseía una cuenta corriente en el banco, sus ahorros conjuntos estaban en una cuenta compartida a nombre de él mismo.

¿Significaba eso que no la amaba? ¿Qué no la conocía? Qué tontería, pensó. Se intentó tranquilizar diciéndose a sí mismo que era la persona a la que mejor conocía en este mundo. Simplemente no sabía cómo se llamaba. Intentó tranquilizarse diciéndose a sí mismo que no sabía cómo se llamaba, por ejemplo, el pintor del cuadro que había encima de la chimenea, y sin embargo le gustaba mucho. Sin embargo, el nombre de esa ciudad de Egipto, Luxor, no le producía ningún sentimiento. El nombre no significaba nada. Era sólo un nombre.

Ella aceptó sorprendida cuando por primera vez en doce años el hombre se ofreció a recoger la mesa. Se preguntaba qué mosca le habría picado.

 II 

Pasaron un par de semanas. Durante ese tiempo, el hombre del bigote cobrizo pasó por una serie de estados mentales.

Primero intentó relativizar el problema, pensando en la cantidad de personas que estarían pasando por lo mismo.

No lo consiguió.

Su ansiedad aumentó cuando decidió reconocer que tenía un problema, aunque se relajó un poco cuando decidió ponerle fin de una vez por todas hablando con ella. Bueno, no hablando, sino intentando sonsacarle esa valiosa información de alguna manera.

Un día se le ocurrió que podría pedirle que le pasara la sal mientras estuvieran comiendo, de manera discreta, sin darle importancia, puntualizó en su cabeza. La llamaría por cualquier nombre, y entonces ella diría, ligeramente sorprendida, que se llamaba equis, y el diría, oh, claro, equis, discúlpame, no sé en qué estaba pensando, es el estrés de la empresa, llevo un día muy tonto. Se pasó varias horas delante del espejo intentando encontrar un tono que sonara natural. Elaboró una lista de nombres plausibles, teniendo en cuenta que deberían ser lo suficientemente comunes como para no despertar sus sospechas. El ensayo fue tedioso y agobiante.

-¿Podrías pasarme la sal, María?-Pásame la sal, por favor, Margarita.-Lucía, cariño, ¿te importaría pasarme la sal?

Al día siguiente, cuando estaba a punto de llevar a cabo su plan, notó que tenía la garganta tremendamente seca debido a los nervios, así que se bebió de un trago el vaso de agua que tenía delante, lo que hizo que se atragantara y se pusiera a toser violentamente. Su pareja y sus dos hijos le miraron fijamente, preocupados.

-¿Te encuentras bien?- preguntó ella cuando paró de toser.

-Sí… no es nada, cariño- contestó él amargamente, intentando fingir una sonrisa que sólo existía en su exterior. Las patatas, incidentalmente, estaban sosas, pero se las comió así.

 III 

La verdad es que los niños estaban muy guapos incluso de luto. El suicidio de su padre había cogido a todo el mundo por sorpresa, pero Ismael y Marta lo llevaban con una entereza asombrosa.

Su madre, sin embargo, se deshacía en lágrimas mientras el sacerdote finalizaba su discurso ante el ataúd. No había mucha gente de pie sobre la verde hierba. El sol brillaba intensamente, pero no era el calor lo que había evitado que apareciera más gente. Los funerales son así. La gente prefiere ir a las fiestas.

Cuando el sacerdote acabó de hablar, la mujer sin nombre se quedó con sus hijos mirando fijamente al ataúd. Laura y su marido se acercaron despacio.

-¿Estás bien?

-Sí… bueno, no… Es sólo que… a veces parece que conocemos tan poco a las personas… y entonces se van…

Laura le puso una mano sobre el hombro. Se hizo un incómodo silencio, que la mujer anónima rompió tras unos minutos.

-No te lo vas a creer, pero hoy me he dado cuenta de que ni siquiera sabía cómo se llamaba.

 FIN

Munchkin

Munchkin

Si alguna vez has jugado a algún juego de rol, esta joya te parece escalofriantemente divertida.

Munchkin es un juego de mesa basado vagamente en juegos de rol típicos de dungeons. Básicamente, se trata de un juego de mesa multijugador compuesto por 168 cartas y un dado. No hay historia. No hay profundidad. Sólo pura diversión entre amigos frikis, robándose unos a otros objetos tan épicos como estúpidos (¿botas de invocación de hemorroides? O_o) y haciéndose putadas. Por supuesto, hay una gran cantidad de ampliaciones para todos los gustos.

Para los que estén interesados en el juego, el sistema es el siguiente: Hay dos tipos de cartas, de dungeon y de tesoro. Cada jugador, en su turno, "abre" una puerta del calabozo, es decir, le da la vuelta a la carta superior. Si es un monstruo, puede pelear o intentar huir. A la hora de pelear, se comparan los niveles y los bonus de las cartas que posea. Por otra parte, también puede pedir ayuda a otro jugador. Los demás jugadores pueden interferir en el combate también, normalmente con hilarantes consecuencias. Cada vez que un jugador consigue matar a un monstruo, sube de nivel. Esto es el sistema básico de juego, pero creedme, se pueden dar unas situaciones muy cómicas. Al fin y al cabo, no sabes lo que es disfrutar la vida hasta que no eres un mago semi-elfo semi-enano que esgrime un báculo de Napalm. Hay un montón de referencias ingeniosas que harán las delicias de los amantes del género.

Después de jugar tres o cuatro veces, hoy me he permitido comprarme otra copia. Sí, otra copia. Mi anterior juego se ha quedado perdido en una ciudad perdida, en las manos perdidas de una persona perdida. Por lo menos esta vez he comprado el juego en español, así que no me podrán poner esa excusa las personas a las que intente embaucar a partir de ahora :)

Logros frikis

Bueno, precisamente ahora me acabo de encontrar con un ejemplo perfecto de friki. Navegando por gamespot (un excelente punto de información sobre videojuegos) he accedido a una sección a la que los mismos usuarios envían videos creados por ellos. Lo curioso del tema es que los videos son grabaciones de gameplay en la que el jugador completa el juego en un tiempo record. Por ejemplo, este chavalote se ha pasado el Super Mario original en 6 minutos. Sin darse un pijo de importancia.

Y yo me quito el sombrero. Eso sí que es ser friki, hacer gala de una dedicación y de un entusiasmo inconcebibles a la hora de alcanzar las metas que uno mismo se fija. Muchos pensarán que esta acción no le ha reportado nada, o que podría haber estado haciendo algo de provecho. Supongo que lograr unas metas auoimpuestas es como un chute de morfina para el ego. Seguramente la persona que ha subido ese video ha dedicado un tiempo de su vida en perfeccionar una característica de su personalidad. A mi, personalmente, me parece una actitud loable. Desde luego, viendo la confianza con la que juega, de una cosa podemos estar seguros: Es terriblemente tenaz.

 

Declaración de intenciones

Hola, Ciberespacio.

 

No, tranquilo, no te levantes, nos conocemos de sobra. No es la primera vez que tatúo tus unos y tus ceros con las agujas de mi teclado. Ni la segunda. He llevado un par de blogs de tipo literario durante cierto tiempo, y siempre ha pasado lo mismo: los he dejado atrás porque sólo cubrían una parte de mi vida.

Pero esta vez es diferente. Oh, sí.

 Esta vez estoy saliendo del armario de la fantasía. Esta vez declaro a voz en grito que me gustan los dragones y que puedo pasarme horas delante de un ordenador machacando píxeles. Esta vez admito que, qué cóño, los guiones de las películas de zombis no son merecedoras de un premio Pulitzer, pero me gustan. NoFX no son Mozart, pero me llenan. Y sí, he pensado alguna vez qué tres superpoderes me gustaría tener. Soy una persona plural, como todas las personas, y estoy seguro de que muchos se identificarán con esta columna de crítica, opinión y creación.

Bienvenidos a este mundo de fantasía de los adorables frikis, de las historias escritas en papel de aire. Bienvenidos al mundo de la Magia de Mentira, donde los cimientos se asientan firmemente en las ilusiones.