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Magia de Mentira

Guía básica del consumidor

Guía básica del consumidor

¡Hola, niños!

Hoy vamos a ver unos consejos muy breves sobre la compra de aparatos multimedia. De hecho, sólo vamos a ver un consejo, pero creedme, ¡os vendrá muy bien para el futuro!

El consejo de hoy es:

¡No compreis ordenadores en Beep!

Ha sido facil, ¿verdad? Pues con este sencillo consejito ya nos hemos ahorrado unos mil euretes, que podremos proceder a gastarnos en cosas que realmente merezcan la pena, como unas cuantas noches de juerga, un alargamiento de pene o subvencionar nuestra candidatura a presidentes.

Flashback:

Hace unos diez meses vendí mi ordenador portatil y me compré un ordenador en Beep con la esperanza de poder disfrutar de un equipo potente con el que poder trabajar, navegar, y, por qué no, jugar.

Durante los primeros meses fue bastante bien. La verdad es que fue muy bien, las cosas como son. Sin embargo, allá por marzo o abril, el ventilador empezó a sonar como si la batcomputadora de Bruce Wayne se follara al motor principal del Apolo XIII. Dado que no podía ni siquiera dormir mientras estaba encendido y que temía que algún día acabara explotando o, quién sabe, pegándome una manita de leches, lo llevé a la tienda, donde tras uno o dos días le cambiaron el ventilador. Volví a casa, lo volví a colocar en su sitio , y ejecuté un juego tan poderoso e insaciable como es el Diablo II (¡el detector de sarcasmos va a explotar!). A los cinco minutos el ordenador se renició, así, de manera gratuita, sin dar explicaciones ni despedirse de los pocos seres amados con los que cuenta un gris equipo de sobremesa.

Este comportamiento continuó durante un par de semanas: cada vez que ejecutaba alguna aplicación que tirara de gráfica más de lo normal, como juegos o aplicaciones de streaming de videos, el ordenador se asustaba de quiénsabequé y se pegaba un tiro virtual en toda la jeta. A veces, incluso, se volvía a reiniciar una segunda vez ANTES de conseguir volver a entrar a windows. Aprendí a odiar el pitidito que hacía, que siempre me dejaba a mitad de un dungeon.

Cuando tuve un tiempo lo volví a llevar. Nos situamos ya en mayo/junio. Me dijeron que lo mirarían. Tras uno o dos días me dijeron que le habían hecho toda clase de pruebas (de hecho, me dejaron instalado algún programilla que hacía un diagnóstico al PC y medía la temperatura y otras características) y que el ordenador estaba sanísimo. Al llegar a casa, lo volví a instalar, jugué durante diez minutos al Unreal Tournament 2003 y se volvió a petar.

-Maldición- me dije.

Y efectivamente, parecía en realidad que estaba maldito. En cuanto saqué tiempo lo volví a llevar y a los dos días me dijeron exactamente lo mismo que la vez anterior. Por supuesto, cuando llegué a casa ejecuté aplicaciones que forzaban un poco la tarjeta gráfica, con las mismas hilarantes consecuencias. ¿La solución que me proponían? Seguramente sería algún periférico (!), muy posiblemente el monitor (!!!), algo que hacía algún mal contacto y que hacía que se calentara. Hawhawhaw. Que tenía que coger el ordenador con todos los periféricos, meterlos en mi minúsculo coche con mi hercúlea y nunca bien ponderada fuerza sobrehumana y llevárselo todo para que lo miraran. O que me pusiera yo a hacer pruebas. Ya sabéis, conectando y desconectando periféricos. Hawhawhawhaw. O que quizás fuera el emplazamiento de mi ordenador (¿se supone que me tengo que cambiar de habitación después de haber tenido otros dos ordenadores aquí?)

Junio/julio. Llamé a Beep y les rogué que por favor mandaran a alguien para que vieran ellos mismos cómo se reiniciaba el ordenador para ver si podían determinar la causa mediante empirismo puro o que por lo menos trajeran una furgoneta para poder meter todo. Tras pelearme con ellos por teléfono, accedieron a mandar a un chico si yo accedía a pagar la salida del taller, que eran unos 20 euretes más IVA. Aunque puta la gracia que me hacía pagar algo por un equipo que debería funcionar bien, me tuve que conformar.

El chico que vino era de la otra tienda de Beep que hay en León. A los cinco minutos de poner el UT2003, el ordenador no pudo aguantar la presión y se vino abajo. El amable chico confirmó que la gráfica estaba soportando una temperatura extrema y sólo se llevó la caja.

Durante todo este proceso yo estaba capeando como podía el trabajo, por supuesto.

Uno o dos días después, lo que "no era nada" se convirtió en un cambio de tarjeta gráfica, fuente de alimentación y placa base. Vaya. Igual no era mi habitación.  Al día siguiente pasé a recogerlo. Les dije que no quería recompensar su negligencia y no me cobraron los veinte euros. Al llegar a casa me aguantó unos quince o veinte minutos jugando al UT2003 antes de petar.

Pleno julio. Tras tirar unos días con el ordenador reiniciándose (menos constantemente que las veces anteriores, eso sí), un buen día se volvió loco. Se reinició y se volvió a reiniciar. Y otra vez. No podía ni entrar a la BIOS, no hablemos ya de Windows. Los amables señores de Beep me dijero que lo siguiente era mandar la máquina al centro técnico en Reus, y que tardaría un par de semanas. Yo opino que en Lourdes sería más facil que se arreglara, pero bueno, en realidad no tenía opción.

El lunes lo llevé a la tienda junto con el monitor por si me decían al cabo de dos semanas que todo era culpa de un periférico (el monitor es lo único que tengo conectado ultimamente. Además del teclado y el ratón, pero, maldita sea, si me dicen que es de eso me orino copiosamente).

Hoy me ha llegado un encargo muy, muy importante. Aquí estoy, escribiendo esto en el portátil de mi hermana, privado de mis 3.20 Ghz de potencia, de mi mediocre ATI Radeon 9550 con la que antaño me tiraba el World of Warcraft y de mi memoria de 1Gb, trabajando en un ordenador al que en una carrera por el pasillo le adelantaría la tostadora de Cosas de Casa con un microprocesador de Spectrum acoplado. Sin mis juegos, sin mi velocidad, sin mis favoritos, sin mi navegador Maxthon. No quiero ponerme a instalar cosas en un ordenador que no es mío. Tampoco tiene potencia para instalar la mitad de las cosas que me gustaría instalar. Y, qué coño, yo compré un ordenador hace diez meses por mil euros que me dolieron como mil agujas.

Así que ya sabeis, niños: ¡tratad siempre con profesionales!

2 comentarios

carlos (ingeniero) -

No trabajo en ninguna tienda beep o similares, he sido socio de una de ellas y tube que cambiar la forma de trabajar de arriba a abajo, obligando a los tecnicos a hacer pruebas de temperatura, carga en procesador y grafica, ram, disco, etc...
En la tienda puse una garantia total del trabajo durante una semana, porque tenia pleno conocimiento de las capacidades del pc, ya que se trabajaba como se debia.
Deje a mi socio por la sencilla razon entre otras que no le gustaba mi manera de trabajar ya que los ordenadores normalmente no volvian porque no fallaban, yo le argumentaba que mi forma de trabajar generaba confianza y el boca a boca ayuda mucho, y mas si es un pueblo.
Sin echarme flores ni mucho menos duplique el rendimiento y el beneficio, pero al ser socio no me dejaba mandar, eso genero muchos conflictos entre los dos y acabe por irme.
Ahora los clientes, que saben que soy autonomo, van a la tienda preguntando por mi, algo razonable, ya que han vuelto al sistema antiguo de trabajo.
En una tienda de informatica hay que ser transparente con los trabajos, tener muy claro las capacidades de la maquina (instale un sistema musical y de radiofonica en un colegio publico con un pentium a 300Mhz y 128 ram en el 2011) aun estoy esperando que me llamen por algun problema.
El buen trabajo y seriedad, el saber explicar y la garantia son terminos esenciales antes de montar una empresa de informatica.
Soy de las pocas empresas que no ofrecen mantenimiento, basicamente porque se ante la maquina que estoy se que no va a fallar.

Un saludo y sigue reclamando, seriedad a las empresas que miran mas el tiempo que el buen trabajo, es lo que todos deberiamos hacer.

www.companyweb.com.es
Informatica en Benicasim

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Yo compre un portatil en Beep Leon, que tengo guardado en un armario pq no funciona... Por supuesto no he vuelto a poner los pies en esa tienda de inutiles (al menos en Leon)