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Magia de Mentira

Torrente de consciencia

A veces los árboles no te dejan ver el bosque, y puede que sea eso lo que ha hecho que tarde tanto tiempo en darme cuenta del papel que ocupas en mi cabeza, y sin embargo la sensación siempre ha estado ahí, como un esquimal provisto de guantes, estufa y una vela en un rincón del enorme, enorme iglú, frío y solitario, como si los iglús pudieran tener rincones; y me da pena pensar en ello, porque si alguna vez tuviera que compartir mi espacio vital grande y frío y sin esquinas con una persona, sería sin lugar a dudas una persona como tú, que no sólo me toleras, sino que me aceptas, aceptas todo lo que soy, todo, lo bueno, lo malo, lo peor y lo peor de lo peor, y aún así no siento que sea por lástima, ni compasión, ni aburrimiento; es como un abrazo inmaterial, mutuo y permanente. Este sentimiento a veces sale a la superficie de manera explícita como la punta de un gigantesco iceberg, como durante los besos, sobre todo durante los besos, pero también en los abrazos y en esas miradas que si tuvieran boca sonreirían como tú, con expresión sincera y entregada, como si en el momento de sonreír no existiera el mundo, sólo la sonrisa, y cuando los músculos se relajen ya veremos. Lo cierto es que me da pena pensar que estás tan lejos, y que por lo tanto no puedo sentir la punta del iceberg mirándote o besándote, pero también es verdad que bastantes problemas tienes ya, y yo, y, la verdad, no sé si sería capaz de enfrentarme a una relación como la que me gustaría tener con una persona como tú, con sonrisas por las mañanas, muebles de Ikea y discusiones lineares que sólo pueden llevar a disculpas y reconciliaciones, y así año tras año, metidos de lleno en una profunda piscina llena de felicidad, estable pero con olas, ahogándonos en la agradable rutina y saliendo a bailar o a hacer el imbécil de vez en cuando. Por otra parte, me da la impresión de que las diferencias entre nosotros, que es inevitable que a veces se hagan patentes, serían un colchón perfecto a la hora de respetar nuestros propios espacios, tanto el de esa persona sin nombre que espero que se parezca a ti como el mío propio. Por eso no quiero que pienses que estoy obsesionado, ni enamorado, me parece que tendrán que inventar una palabra nueva, porque de alguna manera este sentimiento tampoco es amistad, ni deseo, ni lujuria, ni cariño, pero por ahí anda según el momento, incluido de manera invisible en el campo semántico, esperando a que alguien diga “esto se llama así” para poder ponerse el nombre en un post-it amarillo pegado en el pecho y mostrarse orgulloso a sus congéneres. Y mientras tanto sigo echándolo de menos y rascándome la barbilla pensativo, dándote las gracias, haciéndote reverencias, maldiciendo tu recuerdo y pidiéndote perdón, según el minuto del día o de la noche.

2 comentarios

D.J. VINAGRE -

Lamento en el alma que ese "vosotros" que yo siempre he ansiado con apadrinar no pueda o no deba realizarse, al menos por ahora.

Eso sí, que vaya quedando claro, por si alguno se ha olvidado, que si algún día tamaño acoplamiento de vidas y cuerpos obrase en forma de niño con pilila, ha de llamarse Alberto. Y si es niña, Tita.

Porque Alberta es una ciudad de Canadá

;)

feti -

(...)
Nacemos y vivimos.
Vivimos y amamos.
Y no sabemos lo que es el día.
Y no sabemos lo que es la vida.
Y no sabemos lo que es el amor.
J. Préver